Paseo por el puerto de mercancías. Grasa, agua sucia que salpican los camiones con rumbos ya marcados. Los gritos de los tubos de escape no consiguen alterar a las adormiladas grúas. Para las gaviotas, un día de tantos. Unas vigas en espera, acicaladas con colores Ágatha, llaman la atención del fotógrafo a quien miran con descaro. Coquetean con la cámara. Están preparándose para su viaje a Punta Langosteira. Para hacer crecer. Saben que el maquillaje le será robado por alguna ola frustrada que estrellará su ira y decepción contra sus cuerpos de acero. Y a la que se unirán muchas mas olas, azuzadas por el viento del nordés. Se introducirán en sus sacos de hormigón para descansar. Llegará un día en que barcos de otro mares les traeran historias.