Todas las mañanas la misma canción. Amaneciera con sol o con lluvia aquella gaviota no dejaba de gritar con un sonido discordante. Tenía que hacer algo. Me puse en contacto con una vecina de la misma planta de mi edificio, muy respetada por su eficacia y profundo control del oficio. Trabajaba de aplicación. La fama y el reconocimiento como editora de la imágen le precedía. No dudó en ayudarme. De su maletín de herramientas sacó un filtro. Durante unos minutos se centró en combinar una serie de parámetros. Ya está -me dijo esbozando una sonrisa- mañana no oirás ese maldito graznido. Y guardó su trabajo en los archivadores de diseño jpeg.
Al día siguiente el cielo estaba solidificado. Mi vecina Photoshop había respondido a su fama. Gracias Photoshop. Te debo una.